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Laura Vaca: La vejez sin arrugas de una mujer de agua

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A casi medio siglo de haber nadado dos finales olímpicas en 1968, la mexicana Laura Vaca cree que la vejez es un estado de ánimo del cual se puede escapar sin arrugas, lo cual le facilita su vida de campeona mundial de mayores de 60 años.

“Soy disciplinada, pero la clave está en la pasión. Si eres apasionado los resultados serán excelentes. A mi nadar me hace sentirme viva”, asegura en entrevista a Efe la deportista ganadora de dos medallas de oro en los Mundiales Máster de este año en Budapest.

Vaca había acabado de celebrar los 15 años cuando terminó octava en 800 metros estilo libre y en los 400 combinados en los Juegos Olímpicos de México 1968. Cuatro años más tarde quedó novena en Munich 1972 y dijo adiós al deporte solo para demostrar que es imposible jubilarse de lo que uno ama. A los 64 lleva más de 20 preseas de oro en Mundiales de veteranos.

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“Sí, tengo huellas de los años, padezco de vista cansada y alguna vez me dolieron las articulaciones pero hoy estoy entera, en espera del próximo año cuando saltaré a la categoría de mayores de 65 en la cual espero ganar varias medallas en el Mundial de China”, dice.

Mira fijo con sus ojos pequeños y aunque apenas sonríe, parece permanecer en un estado de alegría que confiesa con un verbo rico.

“Cuando fui olímpica la cosa era cubrir muchos metros, ahora cumplo más rutinas de resistencia a la velocidad y eso ayuda. En México 1968 hice los 800 metros en 10:02 minutos y 49 años después marqué 11:07 en el Mundial, no está tan mal”, dice cuando le preguntan por sus proezas en Budapest En esa de las 16 vueltas a la piscina, su prueba favorita, Laura fue superada por la italiana Cristina Tarantino, una mujer tres años más joven, pero se desquitó con la corona mundial en 200 mariposa y combinado individual al derrotar a rivales de menos edad.

“No fue fácil, dos meses antes me lastimé el brazo y padecí agotamiento muscular. Tuve paciencia, confié y llegué al campeonato en un 80 por ciento de forma deportiva”, revela.

Habla y parece una maestra de cursos de superación personal que repite consejos para seguir joven entre los que considera decisivos los ejercicios de estiramiento.

“Los hago antes y después de entrenarme, el cuerpo es agradecido, hasta con 90 años puedes recuperar parte de la elasticidad. También cuido la alimentación, pero lo principal es defender la pasión, ya lo dije”, insiste.

Laura Vaca es una especialista en distancias largas que hace par de años nadó entre la isla italiana de Capri y Nápoles, pero también ha tomado parte en relevos alrededor de la isla de Manhattan y en el Canal de la Mancha, donde junto a otras cinco mexicanas se repartieron la distancia para nadar por 18:59 horas.

“En esas pruebas sientes un cansancio atroz, pero nunca piensas en abandonar”, asegura.

A una edad en las que las personas suelen quejarse de dolores de huesos y se cambian los dientes, Laura tiene los suyos casi perfectos, cada mañana se levanta antes de la salida del sol y se entrena por casi dos horas. Solo después de eso inicia su día y se vuelve una mujer común.

Va por la vida como si la vejez fuera algo que sufren los demás y ella una especie de mujer eterna con muchos kilómetros por nadar antes de llegar al último de su vida.

“Soy una mujer de agua. Cuando nado me siento en mi elemento y el día que abandone mi cuerpo quiero ser incinerada y que mis restos vayan a parar al mar. Es el sitio donde deberán descansar”, dice y ríe por primera vez, quizá de burla ante la sospecha de que falta un montón de tiempo para convertirse en etérea.

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