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El TLCAN, un acuerdo histórico y ejemplo de sueños compartidos

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Una inusual conexión por satélite unió en imágenes los gobernantes de EE.UU, México y Canadá el 17 de diciembre de 1992. Desde sus respectivos países, ratificaban un acuerdo histórico que entró en vigor en 1994 y hoy es objeto de enormes tensiones: el TLCAN.

“El Tratado de Libre Comercio (TLC) representa un paso gigantesco para la unidad hemisférica de cooperación”, dijo el entonces jefe de la Casa Blanca, el republicano George Bush, al rubricar este documento de más de 2.000 páginas y negociado en un tiempo récord, apenas 20 meses.

“Estamos decididos a asegurar un futuro mejor para nuestros hijos: México saldrá adelante”, apuntó su homólogo mexicano, Carlos Salinas de Gortari, al estampar este documento que, del lado canadiense, fue suscrito por el primer ministro Brian Mulroney.

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Tres naciones muy distintas entre sí apostaban por un futuro común que, desde lo comercial, estrechara lazos en el continente para lograr “la zona económica integrada más grande del mundo”.

Un año y dos semanas después, entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que conectaba un mercado de consumidores de 370 millones y era, ante todo, un ejemplo de buena sintonía y transversalidad política.

Salinas de Gortari fue el único de los tres mandatario que vio desde el poder la puesta en práctica del ambicioso plan comercial, pues la negociación y conclusión fue acometida por los sustitutos de Bush, el demócrata Bill Clinton, y de Mulroney, el liberal Jean Chrétien.

Los primeros pasos para la apertura comercial se habían dado en 1986, cuando México ingresó en el GATT (Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio).

En 1990, México y Estados Unidos coincidieron en la importancia de lograr un acuerdo comercial y el 5 de febrero de 1991 Bush y Salinas de Gortari anunciaron oficialmente el inicio de negociaciones.

“Este acuerdo será un importante primer paso para establecer un compromiso continental (de libre comercio) que se extienda desde Alaska hasta Tierra del Fuego”, dijo, ambicioso, el entonces jefe de la Casa Blanca.

La propuesta fue aplaudida por unos y vilipendiada por otros. Desde EE.UU. se temía que se perdieran empleos y salieran capitales hacia México y una unión de 106 instituciones, entre sindicatos, religiosas, agrícolas, cívicas y ecológicas buscaron impugnar el TLC porque era “nocivo”.

En el país latinoamericano la oposición, especialmente la izquierda, temía que México fuera avasallado por el poder financiero de las otras dos naciones.

La prensa, expectante, pidió fortalecer conversaciones en torno al libre comercio.

“Se requiere reforzar el debate interno en cada país para que en el plano nacional se aclare qué se espera del acuerdo”, señaló La Jornada, mientras El Universal pedía no incluir el petróleo en el diálogo “por razones históricas y patrióticas”.

El TLCAN tiene un capítulo energético muy limitado, lo que puede cambiar tras la renegociación impulsada por la Casa Blanca, que opina que la constitución de un mercado único ha beneficiado México en detrimento de la industria, el comercio y empleo en EE.UU.

En este contexto y no exento de polémicas, el convenio salió adelante luego de que 18 grupos de trabajo se reunieran unas 200 ocasiones.

El 1 de enero de 1994, 14.000 productos mexicanos -textiles, químicos, hortalizas, ordenadores y recambios de automóviles, entre otros- empezaron a exportarse a Canadá y EE.UU. sin aranceles.

Para México, ello supuso un incremento del comercio en Norteamérica del 452 % del 1993 al 2016, hasta al alcanzar los 502.296 millones de dólares y una balanza comercial superavitaria.

Antes de la entrada en vigor, el intercambio de México con sus socios norteamericanos era de 90.944 millones de dólares -46.470 millones de dólares en importaciones y 44.474 millones de dólares en exportaciones-, más del 90 % se compraba y vendía con EE.UU.

El próximo miércoles arranca la renegociación del TLCAN entre los tres socios, luego de un periodo de consultas de 90 días con legisladores y grupos industriales.

Por la intensidad de las declaraciones de Trump, las conversaciones se prevén arduas en torno a este acuerdo que fue la envidia de países como Argentina, Chile o Centroamérica, que sin éxito buscaron integrarse en el bloque hace más de dos décadas.

La actualización puede suponer un retroceso al mercado único o, por el contrario, ampliar el convenio y reforzar la apuesta original de los impulsores del acuerdo, entre quienes se encontraba George Bush padre, compañero de partido de Trump.

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