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Exposición muestra los rituales centenarios del grupo Los Hermanos Penitentes

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El Museo de las Américas de Denver abre este jueves una muestra sobre cómo rituales centenarios del grupo seglar Los Hermanos Penitentes han calado de manera similar en pueblos tan dispares como los hispanos católicos del sur de Colorado o los descendientes de africanos en Brasil.

“Entrar en esta exhibición es entrar en un trance cultural, en una realidad surrealista de rituales que se parecen unos a otros en lugares distantes y que nos hacen pensar que el tiempo es circular”, dijo a Efe Victoria González, coordinadora de relaciones públicas del Museo de las Américas.

En su opinión, la muestra “Penitentes: Rituales de fe del fin del mundo” explora la “conexión entre el arte santero tradicional del suroeste de Estados Unidos y las fotografías modernas de Brasil” y cómo se “entremezclan e impactan” las tradiciones del pasado con las nuevas tecnologías.

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Al llegar a la exposición los visitantes se encuentran con las imágenes nocturnas capturadas por el fotógrafo brasileño Guy Veloso y por capas y capuchas usadas por miembros del grupo religioso de los Hermanos Penitentes.

“Se trata de objetos reales en donde todavía se aprecia que allí alguna vez se acumuló sudor y sangre”, comentó la portavoz del museo.

La exhibición, abierta hasta el 16 de septiembre, ofrece así un vistazo a la considerada “sociedad secreta” de los Penitentes, un grupo ahora muy reducido pero que durante siglos y hasta mediados del siglo pasado buscó mantener vivas ciertas tradiciones religiosas y místicas por medio de rituales.

Las fotografías de Veloso sobre los Penitentes en Brasil, los retablos del artista contemporáneo local Francisco Zamora y objetos históricos incluidos en la muestra se basan en rituales similares y se enfocan todos ellos en la idea del fin del mundo, tanto en el sentido del final de la existencia como de lugares remotos.

Aunque los Penitentes han sido estudiados en numerosas ocasiones, sus orígenes siguen siendo un misterio debido a que la entrada a este grupo es muy selectiva, sus tradiciones son orales y la gran mayoría de sus ceremonias son cerradas al público.

En el sur de Colorado y en el norte de Nuevo México todavía hay unos 1.500 miembros activos, según el historiador Rubén Archuleta, autor de varios libros y artículos sobre el tema.

En este caso, según Archuleta, la mayoría de los miembros activos son hombres hispanos católicos que aún usan el español para todos sus rituales, incluso cuando el inglés sea su primer idioma.

Por ejemplo, los lugares de reunión se conocen como “moradas” (básicamente, simples estructuras de adobe), los cantos se llaman “alabados”, la cruz es el “madero” y las reuniones públicas son “encuentros”.

Según Archuleta, el ritual de flagelación de los Penitentes del sur de Colorado se hizo público cuando, por motivo de la Segunda Guerra Mundial, miembros de ese grupo debieron pasar exámenes médicos para el servicio militar, aunque aparentemente desde ese entonces ya no la practican.

“Pero nuestro enfoque no es el sufrimiento, sino la estética. Por eso, con los retablos de Zamora, hemos recreado en el museo una de las moradas de los Penitentes, la Morada de los Sauces”, explicó González.

Veloso comenzó a estudiar los Penitentes de Brasil en 1989 y descubrió no solamente que la hermandad existía, sino que cuenta con 117 grupos en ese país.

En Denver, la muestra “incluye ropa y otros objetos de los Penitentes del sur de Colorado, así como objetos que Veloso colectó en Brasil para acompañar sus fotografías”, comentó González.

Veloso recibió los objetos expuestos de los “mayordomos” (directores) de la Orden del Noreste de Brasil en una colección que incluye capuchas, manteles, matracas (similares a las usadas en los rituales en Colorado), amuletos, cartas, collares y estatuas.

Para Veloso, sus imágenes y los artefactos de la exhibición revelan “cómo se usa el cuerpo como un medio para trascender” a la vez que enfatizan la necesidad “de un proyecto de investigaciones antropológicas” para preservar esas tradiciones.

“Lo que hace que esta antigua tradición sea tan especial es que, a pesar de que ya han pasado muchos siglos, la expresión de la antigua tradición estética se ha mantenido durante el transcurso de las edades”, comentó la directora del Museo de las América, Maruca Salazar, en declaraciones preparadas.

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