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Odón de Buen, oceanógrafo pionero en España cuyo legado burló al franquismo

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Figura clave de la oceanografía en España, divulgador, librepensador y transformador del modelo de enseñanza científica, aunque la figura de Odón de Buen palideciera durante el franquismo, su legado sobrevivió con fuerza, apoyado en una fructífera estirpe familiar.

En el día en el que se celebra el 40 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y México, el periodista y escritor Antonio Calvo charló en México sobre la figura del oceanógrafo (1863-1945) junto con sus nietos, ahora en la tercera edad.

Nacido en Zuera (Zaragoza, noreste de España), De Buen dio un vuelco a su vida cuando, acabada la carrera, tuvo la oportunidad de subir a un barco de guardiamarinas para lo que iba a ser un viaje alrededor del mundo, pero que acabó consistiendo en cinco meses por el norte de Europa, afirmó el autor a Efe.

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Ese fue el momento en el que aprendió qué es el mar, en cuyo estudio y enseñanza se volcaría, acercando a los ciudadanos estos conocimientos a través su labor de docente y de periodista científico.

“Siempre tuvo clara la importancia de la divulgación científica y de que la población en general tuviera conocimientos científicos; él decía que la ignorancia solo engendra brutales pasiones”, apuntó Calvo, autor del libro “Ciencia y política entre las dos repúblicas: Odón de Buen”.

De Buen, catedrático universitario, cambió la manera de dar clases, abrió las salidas de campo a los alumnos e introdujo el darwinismo en las lecciones, lo que le valió un enfrentamiento con la Iglesia.

El periodista valora que, por las décadas de franquismo, “en el aspecto personal, tenemos una laguna grande, que se debería rellenar; no hay calles, no hay plazas, no hay recuerdos” del científico.

Sin embargo, “su legado sigue vivo”, remarca, poniendo como ejemplo el trabajo del Instituto Español de Oceanografía, que creó a principios del siglo XX y que “hoy es un centro de investigación de primer nivel mundial”.

Esto pese a que después de la Guerra Civil “tenía ciertas dificultades, porque decían que era un nido de rojos”.

En 1936, la guerra sorprendió a De Buen en las islas Baleares, lugar desde donde pretendía escapar del ambiente convulso que reinaba en Madrid. Fue apresado por los sublevados y salió en 1937, gracias a un canje.

México fue el lugar en el que vivió, desde 1942, los últimos años de su vida, aquejado por problemas de vista que se habían agravado en prisión y que le apartaban de las que fueron dos de sus pasiones, leer y escribir.

El país latinoamericano fue el destino de cuatro de sus seis hijos. Otro de ellos fue fusilado durante la contienda y el sexto permaneció en España tras el conflicto.

En el Ateneo Español de México, enclave simbólico del exilio republicano, los descendientes de Odón conversaron sobre la imagen que guardan de su abuelo y de sus propios padres, quienes como el oceanógrafo destacaron en ámbitos como la medicina y la ciencia.

Entre los testimonios presentados, Ana María de Buen recordó cómo su abuelo le enseñaba astronomía con velas y manzanas -”porque era muy mala”- y cómo se divertía con sus primos jugando en la casa de sus abuelos en España, aunque esa felicidad “se acabó” cuando comenzó la Guerra Civil.

Su nieta Nuria de Buen, nacida en 1939, recordó el momento en el que vio por primera vez a su abuelo, a quien no conoció en vida.

Nuri, como se refieren a ella cariñosamente, no pudo pisar México hasta 1951, cuando su padre finalmente pudo salir de España tras mantener durante años un bajo perfil como médico de provincia.

La nieta de Odón recordó cómo fue la exhumación de su abuelo en la década de 1990, cuando se le quiso trasladar a Zuera, donde hoy permanece enterrado junto con su esposa.

“El cuerpo estaba totalmente íntegro, pero había una cosa que se me quedó grabada para toda la vida, que salía una rama del esqueleto, verde, verde”, relató.

“Para mí fue conocer a mi abuelo con algo que tenía vida todavía en su cerebro, o lo que fue su cerebro”, apuntó.

La presidenta del Ateneo Español en México, Carmen Tagüeña, resaltó que el restablecimiento de las relaciones entre los dos países “se debió a la generosidad de muchas personas”, entre ellas los protagonistas del exilio.

Echar la vista atrás es relevante para “recordar que se pueden recibir a los exiliados de otra manera”, en unos momentos en los que reina la “xenofobia y el rechazo”, comentó.

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