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Mercy Ships, una labor de esperanza y curación de los más pobres en África

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Los países africanos castigados por la pobreza y las enfermedades tienen un ángel protector en la organización Mercy Ships, que esta semana expuso en la mayor feria de cruceros del mundo, celebrada en Florida, la labor humanitaria que se realiza a bordo de su buque hospital “Africa Mercy”.

La organización caritativa internacional contó con un espacio en la “Seatrade Cruise Global” de Fort Lauderdale, al lado de puestos que promocionaban atractivos destinos para el turismo de cruceros o lujosos viajes en transatlántico.

Unos 400 voluntarios procedentes de 40 países realizan a bordo del “Africa Mercy” tareas como médicos, cirujanos, enfermeros, tripulación, profesores y hasta cocineros y oficinistas en ayuda de personas sin recursos de África occidental y central.

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Russ Holmes, director de desarrollo de Mercy Ships, relató a Efe que desde su fundación en 1978 la organización “ha prestado asistencia médica y tenido un impacto en el cambio de vida de más de 2,5 millones de personas, directos beneficiarios”.

Holmes se unió hace 17 años como voluntario a Mercy Ships, comprometida desde hace 38 años en misiones de ayuda médica y de capacitación y entrenamiento a facultativos en estas poblaciones tan castigadas y con una esperanza de vida tan baja.

Una imagen que se repite, recordó Holmes, es la de las largas colas de hasta 5.000 personas, niños y ancianos incluidos, que se forman cuando corre la noticia de que el “Africa Mercy” llega al puerto, y con este, quizá, el milagro de una curación.

Las familias parten a pie de sus poblados en el interior, a cientos de kilómetros de distancia. Lo dejan todo en cuanto llega a sus oídos la noticia. Tres días andando, en algunos casos. Les impulsa la esperanza de la curación en manos de los médicos voluntarios del “Africa Mercy”.

Y explicó el voluntario conmovido la historia de un “hombre que llevaba más de una semana en la cola, sin moverse, con la esperanza de ser de los primeros que vieran los médicos”.

“Yo no le veía ningún problema. Hasta que me enseñó a la niña semiescondida a su lado, su hija, de seis años, con la cara comida por la malnutrición y la enfermedad”, describió.

“La mayor parte de estos países están en lo más bajo, son los más desfavorecidos, según el índice de pobreza mundial, con salarios de menos de dos dólares al día, incapaces sus habitantes de pagarse una operación”, y en el “Africa Mercy”, un buque de 16.572 toneladas, les prestamos esa atención médica gratuita, refirió Holmes.

Pero el caso de esta niña se repite y multiplica entre los enfermos que hacen cola. Personas de todas las edades con horribles tumores faciales, paladar hendido, malformaciones congénitas y fracturas mal curadas; hombres y mujeres con cataratas y problemas de ceguera y bucales. Todos son atendidos y operados sin coste alguno para ellos.

Para renovar y acondicionar este hospital flotante, que llega a tener una rotación anual de un millar de voluntarios, se invirtieron 62 millones de dólares.

Cuenta con cinco salas de operaciones quirúrgicas, cuatro de recuperación de pacientes, una unidad de cuidados intensivos y ochenta camas.

Holmes lleva ocho años a bordo de esta “ciudad flotante”, como él la define, y lo hace sin esperar nada, por vocación de servicio. “No hay recompensa financiera. La mayor recompensa es ver una cirugía que salva a nuestros pacientes, que transforma sus vidas”.

“Esa es la mayor recompensa que puede haber. Una niña tras una operación de reconstrucción facial. Y contemplar la sonrisa más maravillosa que uno pueda imaginar en su cara”, afirma.

Esta plenitud de la que habla Holmes es la misma que comparten todos los voluntarios a bordo del “Africa Mercy”, dispuestos a entregar parte de su tiempo y conocimiento para ayudar a salvar las vidas de los más necesitados.

Desde cirugía ortopédica y maxilofacial a plástica, dental u oftalmológica, además de operaciones generales, el equipo médico y de asistentes, compuesto por dos centenares de profesionales, no dejan ningún caso sin atender, con la satisfacción de ver a los niños curados regresar a las escuelas y los adultos recuperar su trabajo.

Pero no menos decisiva es la labor de capacitación de personal médico local en esta región africana que contabiliza tan solo 25 doctores y 91 enfermeras por cada 100.000 habitantes, vulnerables a enfermedades como la malaria, la diarrea o neumonía que tantas vidas se cobran.

La entrega y abnegación de los voluntarios y de los miembros de Mercy Ships encuentra su vital anclaje en la ayuda financiera y de equipamiento prestada por fundaciones, donaciones privadas de individuos y corporaciones.

“Pero necesitamos siempre más socios que quieran formar parte de esta transformación en África, gente que no ayude con fondos o productos y marcas. Cuanta más gente nos ayude, a más gente podremos ayudar nosotros y servir”, indicó Holmes.

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