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A 130 años de su natalicio, Diego Rivera se ubica como un “pintor mundial”

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En el 130 aniversario de su natalicio, el pintor mexicano Diego Rivera (Guanajuato, 1886) es “tan contundente” que debe ubicarse como un “pintor internacional y mundial”, cuyo arte no sólo quedó en el continente americano, aseguró hoy la investigadora Laura González.

La investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien dio una charla sobre el artista en la capital mexicana, expuso que la trascendencia de Rivera no sólo aparece la pintura mexicana, sino que ha dejado un legado mundial.

“Es muy interesante” que la obra de Rivera se exhiba actualmente en el Grand Palais de París, en el Museo de Arte de Filadelfia y en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, expuso González, según recoge un comunicado de la Secretaría de Cultura.

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La investigadora destacó de la obra mural y de caballete de Rivera “la composición, factura, colorido, equilibrio, mensaje, estética y belleza intrínseca”.

Rivera decía que en sus pinturas buscaba reflejar la vida social de México y mostrar a las masas un esquema de futuro, por lo que González hizo énfasis en las capacidades pedagógicas y de enseñanza de sus murales.

Estas características conllevan que su obra tenga una carga ideológica que, de acuerdo con la historiadora, fue un motivo para que no lo dejaran concluir el mural del Rockefeller Center, en Nueva York, incidente que -dijo- lo convirtió “en un hombre sui géneris”.

Como figura del arte moderno, contemporáneo y vanguardista mexicano del siglo XX, Rivera se formó en la Academia de San Carlos y obtuvo una beca de estudios por cuatro años que le permitió viajar a países europeos como España, Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Holanda.

De acuerdo con González, en su estancia en Europa Rivera aprendió las manifestaciones artísticas que más influencia tenían en siglo XX, como el postimpresionismo y el cubismo, al que se acercó entre 1913 y 1917 cuando se estableció en París.

En su regreso a México a mediados de 1921, el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, lo invitó a pintar un mural en la antigua Escuela Nacional Preparatoria, actual Museo de San Ildefonso, con el que “inició el movimiento artístico del muralismo”, dijo la investigadora.

“En su trabajo realizado en San Ildefonso, Rivera muestra cierta influencia del Renacimiento europeo y bizantino, la paleta impresionista en el manejo de los cuerpos, los rostros, así como la incursión en la estética mexicanista, por lo cual todavía se ve a un Diego que arrastra un bagaje europeo”, señaló González.

El trabajo de Rivera destacó internacionalmente durante la década de los años treinta, cuando fue invitado a Estados Unidos, específicamente a las ciudades de San Francisco, Detroit y Nueva York, para realizar obra mural.

En 1931 expuso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y un año después hizo la escenografía para el ballet “Caballos de vapor”, de Carlos Chávez.

Para la historiadora del arte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Mercedes Sierra “en el aniversario 130 de su natalicio, tenemos a un Diego Rivera vigente, cuya obra mural aún tiene mucho que estudiarse”, y que pertenece a una generación que “evidentemente cambió la manera de ver a México”.

La UNAM y el INBA emprendieron un proyecto de investigación para estudiar los pigmentos encontrados en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, en la Ciudad de México, y que ayudará a determinar la paleta de colores que utilizó el artista.

“Estos pigmentos son con los que trabajó el maestro al final de su trayectoria. Se encontraron 320, a partir de los cuales estamos determinando cuáles son los que empleó en su técnica al fresco”, aseguró Sierra. EFEMEX

npb/irg

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