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Las mujeres de los Estados Unidos ocuparon el podio más que de otros países

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La chica se adentra en un gimnasio en Houston en un viaje de estudios; un trabajador es cautivado por su chispa y, una docena de años después, la joven gana cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos.

Una niña se arroja a una piscina de un suburbio de Washington, D.C., donde asiste para hacer amigos. Un entrenador observa su brazada y, 12 años después, la misma chica recibe cuatro medallas de oro en las Olimpíadas.

El veredicto final fue que las ganadoras indiscutidas son las mujeres estadounidenses.

“Hay muchas mujeres que están rompiendo barreras; la magnitud de esto ha sido impresionante”, dijo Donna Lopiano, exdirectora ejecutiva de Women’s Sports Foundation.

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Las mujeres de los EE.UU. ocuparon el podio, dominaron las transmisiones y dieron testimonio de una inclusiva sociedad deportiva, ausente en muchas otras partes del mundo.

Una niña ingresa al mundo del judo gracias a su madre, cinturón negro, y eventualmente gana la medalla dorada. Otra chica acompaña a cazar a su abuelo; crece y dispara tan bien que alcanza el oro.

“Siempre crecí con estímulo, nunca me dijeron que no podía competir”, aseguró la nadadora y campeona olímpica Maya DiRado, de 23 años de edad. “Esto es una parte aceptada de nuestra cultura”.

Las mujeres estadounidenses cosecharon más que cualquier otra nación, a excepción de China y Gran Bretaña. También ganaron medallas de oro, tanto como las delegaciones enteras de otros países. Y, además, terminaron más alto que los hombres estadounidenses con 61 medallas mientras que los varones con 55.

Durante la primera mitad de los JJ.OO., según un estudio realizado por tres profesores de la Universidad de Alabama, el 58.5% de las transmisiones por televisión en horario central de NBC fueron dedicadas a las mujeres. La cifra es la mayor de todos los tiempos. “Es programación inteligente”, señaló Andy Billings, uno de los autores del estudio. “Tenemos una cultura progresista, y eso propicia que tengamos también muchas de las mejores atletas del mundo”.

Cuarenta y cuatro años después de la histórica aprobación del Título IX, que prohibe la discriminación contra las mujeres en todos los ámbitos de la educación con fondos federales, incluidos los deportes, el desempeño de las atletas estadounidenses no se remite sólo a la participación, se trata de ganar campeonatos. “Hemos dado más oportunidades a las mujeres en este país”, señaló Donna Lopiano, exdirectora ejecutiva de Women’s Sports Foundation y campeona nacional en nueve oportunidades con la Asociación de Softbol Amateur. “Los efectos de eso se evidenciaron en estos Juegos”.

El equipo de los EE.UU. llegó a Río con el contingente de mujeres más numeroso de la historia olímpica: 292 de ellas -y 263 hombres-. En 1972, sólo 90 mujeres participaron, de un total de 428 atletas.

Una mujer de Monrovia, de 37 años, supera los efectos de un embarazo complicado y dispara al platillo lo suficientemente bien como para convertirse en la primera en ganar una medalla en seis juegos consecutivos.

Una tiradora musulmana se convierte en la primera atleta estadounidense en competir llevando su velo, y obtiene para su equipo una medalla de bronce.

“En mi infancia en Rusia, los varones hacían deportes y las niñas tejían y hacían las labores hogareñas”, cuenta Mariya Koroleva, atleta de nado sincronizado que se trasladó al norte de California cuando tenía nueve años. “Aquí había muchas oportunidades; las chicas pueden hacer deporte, eso es lo mejor de nuestro país”.

La participación de las mujeres estadounidenses fue tan fascinante como inspiradora. Con pocas horas de diferencia, Simone Biles ganó el campeonato de gimnasia, y Simone Manuel, al triunfar en los 100 metros estilo libre, se convirtió en la primera nadadora afroamericana en ganar la medalla de oro.

Incluso en medio de la grandeza de Michael Phelps, la estrella de la natación que estableció dos récords mundiales fue Katie Ledecky. A pesar de todos los jóvenes, una de las figuras más entrañables fue la ciclista Kristin Armstrong, de 43 años, ganadora del oro. La ganadora más novedosa no fue una gimnasta brillante, sino la fuerte y poderosa lanzadora Michelle Carter.

“Hay muchas mujeres que están rompiendo barreras; la magnitud de esto ha sido impresionante”, afirmó Lopiano.

El rendimiento y la popularidad de las mujeres es todavía más importante si se considera que el movimiento olímpico aún debe adoptar plenamente la equidad de género. El Comité Olímpico Internacional (COI) nunca ha sido liderado por una mujer. Actualmente el presidente es un hombre, tres de los cuatro vicepresidentes lo son, y siete de los 10 miembros del comité ejecutivo también.

En el Comité Olímpico de los EE.UU., 10 de los 16 miembros del directorio son hombres, entre ellos el presidente, Larry Probst, y el director ejecutivo, Scott Blackmun. “No es perfecto”, dijo la nadadora DiRado. “Pero cuantas más niñas crezcan viendo los Juegos Olímpicos y comprendiendo que ellas son tan buenas como los varones, mejor nos irá”.

¿Puede esto llevar a un aumento en la popularidad de las mujeres deportistas durante los años no olímpicos? Hasta ahora, no. La única liga profesional femenina es la WNBA, que se ha beneficiado del apoyo de la poderosa NBA.

“La gente parece responder a las mujeres en el deporte cuando hay banderas de los EE.UU. involucradas. Para todo lo demás, es difícil”, señaló Billings, quien escribió su reporte olímpico junto con James Angelini, de la Universidad de Delaware, y Paul MacArthur, de Utica College.

Para Billings, parte del problema es la renuencia de los medios a cubrir deportes femeninos.

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