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Maestro de escuela de Lynwood usa ‘cross country’ a modo de apoyo psicológico para sus estudiantes

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Es bien sabido que correr tiene muchos beneficios físicos, entre ellos, te permite mantenerte en forma, alcanzar mejor agilidad y flexibilidad, obtener mayor fuerza, tener resistencia e incluso mejorar tu funcionamiento cardiovascular. Pero para unos chicos de la secundaria de Lynwood, correr les ha servido, aparte de lo físico, como terapia en sus estresadas vidas.

“Este deporte te enseña los verdaderos colores de una persona”, dijo el entrenador del equipo de “cross country” de la escuela, Alejandro Claustro. “Cuando uno corre te das cuenta quién se quiebra mentalmente o no se deja vencer y se ve lo bonito que puede ser”.

Claustro se convirtió hace tres años en el entrenador del equipo, en el que participan chicos y chicas de todas las edades que forman parte de la secundaria, y ha usado este deporte como medio para orientar y ayudar de alguna forma a los estudiantes que viven problemas personales que interfieren con su vida escolar.

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“He lidiado con situaciones en la que los muchachos llegan sin ganas de hacer sus ejercicios”, contó. “Me dicen: ‘Mr. Claustro, no me siento tan bien; aunque me siento bien físicamente, me pasa esto en casa y no me puedo concentrar’, y me cuentan. No solamente somos entrenadores; a veces nos toca ser como un segundo padre, o un psicólogo. Nos toca ponernos diferentes máscaras”.

Con apoyo moral

Eduardo López es uno de esos estudiantes que considera haber encontrado un apoyo en su vida.

“Estamos pasando por un momento difícil con mi familia”, dijo el estudiante de onceavo de secundaria. “Ayudo, con mi hermano, a mi mamá a vender pollos en el Sur Centro durante los fines de semana. No es un área muy segura, pero tenemos que hacerlo”.

López dijo que Claustro juntó a los demás encargados del equipo y el grupo de corredores se ha convertido en su segunda familia. A sus 16 años, el joven estudiante ha lidiado con el estrés de los problemas económicos que afronta su familia, tanto que en alguna ocasión no tuvo qué comer.

Según López, su entrenador “en algunas ocasiones me ha traído comida, cuando me toca competir me transporta y en lo que pueda me apoya. Además, correr me ha ayudado con mi salud en general y con mi estrés”.

El hijo de padres mexicanos comparte un apartamento con 11 personas, y a pesar del difícil momento que vive, espera poder competir en las Olimpiadas.

En busca de la calma

Para Mayra Cervantes, la muerte de su hermano mayor hace tres años ha sido una tragedia difícil de superar. “Cada vez que corro le dedico mis carreras a Alejandro”, dijo en medio del llanto la corredora de 16 años. “Siempre llevo conmigo una pulsera con la que me acuerdo de él. Trato lo más que puedo de tener éxito, ya que no pudo terminar el colegio”.

Cervantes fue la primera corredora que formó parte del equipo cuando Claustro tomó dirección del mismo. Desde entonces, asegura que el equipo ha crecido en la cantidad de participantes, esto más que nada por la unidad y el ambiente de apoyo que han creado su entrenador.

“Mr. Claustro nos apoya mucho; él está ahí para nosotros. Cuando hablas con él, te ayuda y trata de encontrar una manera de ayudarte. No solo es un coach”, aseguró.

Entre las actividades que desarrollan para conseguir fondos para el equipo o para cualquier caso necesario, Claustro dijo que “hemos vendido aguas frescas, camisetas con nuestro logo, comida… hacemos cualquier cosa para mantener nuestro grupo unido”.

Situaciones similares

Para David Ángel, su situación es muy parecida a la que vive López, pues actualmente no vive con sus padres y trata de llevar lo mejor posible su vida académica.

“No vivo con mi mamá, vivo con mi abuela. Pero ella nos apoya y está siempre pendiente de nosotros. Me compra ropa, zapatos, lo que necesite”, dijo el estudiante de décimo grado.

Ángel dijo no haber sido el mejor de los corredores cuando empezó su participación con el equipo de la secundaria Lynwood, pero poco a poco su confianza mejoró y le permitió ser de los más veloces en la actualidad.

“Este grupo es como una familia. Muchos tenemos problemas y sentimos el apoyo de todos. Los entrenadores nos hablan y nos guían. También hablamos entre nosotros y eso nos da confianza de que podemos seguir en nuestras vidas”, comentó.

Según Claustro, no fue una labor fácil hacer que los padres de la mayoría de los estudiantes estuvieran a bordo con la idea de colaborar y apoyarse entre todos como equipo.

“Fue difícil al principio que los padres creyeran en lo que estábamos tratando de lograr. A veces no llegaban a los entrenamientos, o llegaban tarde y sin ganas de hacer las cosas. Poco a poco se han dado cuenta del beneficio que han tenido sus chicos y ahora apoyan más”, recordó.

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