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Club de motociclistas del Este de Los Ángeles provee vistazo dentro del intrigante mundo de los ‘bikers’

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Una de las subculturas más importantes del motociclismo es la de los clubes de motos. Estas asociaciones reúnen a amantes de la velocidad que son atraídos por un sentido de hermandad y la distinción social que trae el estar involucrado en ellas.

En los Estados Unidos, tradicionalmente han existido tres tipos de clubes: los que pertenecen a la American Motorcyclist Association (AMA), una organización con más de 90 años de existencia y 232,000 miembros, que protege y promueve el motociclismo como un estilo de vida.

Otros son llamados los “one percenters”, quienes son vistos como clubes fuera de la ley, incluso el Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos los considera como organizaciones criminales.

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Por último, están los independientes, clubes que no pertenecen a ninguna asociación.

Los East L.A. Bikers pertenecen a esta última clase de clubes. Formado hace 41 años en las calles del Este de la ciudad por un grupo de amigos que de jóvenes se juntaban para montar bicicletas BMX, el club es compuesto en su totalidad por motociclistas de origen latino y actualmente ostenta 80 miembros que se reunen todos los domingos.

“Se trata de estar con un grupo de amigos a los que les gusta andar en motocicletas y que compartimos el gusto por otras cosas”, dijo a HOY Deportes el presidente de East L.A. Bikers, ‘Chop’, sobre el propósito de formar parte de un grupo como el que él encabeza. “Vamos a desayunar, luego paseásemos y después nos vamos a tomar a unas cerveza, a ver un juego o jugar billar; disfrutamos del momento y la compañía”.

‘Chop’ ha sido miembro del club desde 1999 y hace cinco años asumió el puesto más alto del consejo administrador de la organización, una responsabilidad que toma con mucha seriedad y orgullo.

“Mi compromiso como presidente es de llevar al club a lo largo de los años y asegurarme de que cualquier nuevo hermano que venga sepa cómo se hacen las cosas y de la historia de cómo empezamos para que ellos puedan seguir [con la tradición]”, indicó.

Aunque la mayoría de los miembros tienen motocicletas deportivas, cualquier tipo es permitida. De acuerdo, Danny ‘Paws’, miembro del consejo del club, para ser parte del grupo se necesita que conocer a un socio. Por ejemplo, él entró gracias a unos amigos de su vecindario, ya que “es raro que alguien llegue de la calle y diga ‘ey quiero pertenecer a East L.A. Bikers’”.

Sobre el proceso de obtención del parche del club que se luce en la indumentaria que identifica a alguien como socio oficial del club, ‘Paws’ dijo que los aspirantes tienen que pasar por un proceso de consideración.

“Tienen que ser prospectos por un determinado periodo de tiempo y depende mucho de que tan involucrados estén con nuestras actividades como nuestros paseos locales y fuera del estado, nuestras reuniones de entre semana y obras benéficas”, comentó Danny.

Pese a que algunos que socios suelen llevar a sus parejas a las reuniones y montar con ellas, la membresía al club es exclusiva para hombres.

“Así siempre ha sido el ambiente aquí, ‘no mujeres”, enfatizó ‘Chop’. “No es para herir sentimientos, pero las chicas crean mucho drama”.

“No es para herir sentimientos, pero las chicas crean mucho drama”

— Chop, presidente de East L.A. Bikerz

Dos vidas

El lema por bajo que East L.A. Bikers ha vivido todos estos años es de una “segunda familia”.

“El amor que te dan los compañeros es de familia. Nos tratamos de hermanos”, comentó Hugo ‘Juice’, de 51 años, el integrante con más años en el club, con 26. “Todos han visto a mis hijos crecer, los traía cuando tenían cuatro y cinco años, ahora tienen 19 y 20. Los miembros los han tratado como si fueran hijos de ellos”.

El formar parte a un club de “bikers” puede ser una actividad que requiere mucho compromiso. No solo te trata de ir a todas las reuniones del club, también necesitan tiempo para mantener y reparar las motocicletas. Por estas circunstancias, muchos de los miembros pueden pasar mucho tiempo alejados de sus familias, algo que se puede convertir en un problema.

Hugo indicó que él siempre ha tratado de balancear sus dos vidas pese a los contratiempos.

“Mi esposa entiende que este es un pasatiempo para mí y es algo recreativo para los dos cuando salimos a pasear. En este estilo de vida tu pareja te tiene que comprender”, dijo. “Tienes buscar alguien que también le guste las motos”.

Para ‘Paws’, quien tiene dos hijos pequeños, conseguir este equilibro no es tan fácil ya que estima que le dedica un 60% al club y solo un 40% a su vida personal.

“Trato de manejar bien mi tiempo entre mis niños y mi trabajo y de darles la mayor atención posible”, manifestó. “Pero mi familia siempre me llama la atención, me dicen ‘estas pasando mucho tiempo con tus amigos’. Sin embargo, jamás pondría al club por encima de mis niños y mi trabajo, y no creo que el club jamás me pediría eso”.

Una mala imagen

En el mundo de los “bikers” no todo es diversión, muchos tienen que lidiar que el estereotipo de que todos ellos son unos criminales.

A través del tiempo esta imagen negativa fue perpetuada por clubes “one percenters” que montan motocicletas de crucero como los Hells Angels y los Mongols - estos son vistos por el Departamento de Justicia como grupos del crimen organizado pues en el pasado han estado implicados en casos de tráfico de drogas y armas, asesinatos y lavado de dinero.

Además, en los últimos años han surgido clubes de motocicletas deportivas llamados por la policía como “crotch rocket gangs”, que peligrosamente conducen a una velocidad excesiva y hacen acrobacias en pleno tráfico con el afán de filmar videos para las redes sociales. También suelen meterse en altercados con automovilistas y los propios agentes del orden.

“Siempre existe ese estigma que somos una pandilla sobre ruedas. Pero en realidad somos tipos normales. Hay gente en la vida cotidiana que son ‘bikers’ pero no lo pensarías que lo son”, dijo ‘Paws’.

“En el club tenemos miembros de todos los caminos de la vida. Montamos, nos vamos de fiesta y nos reunimos con nuestras familias, de eso se trata”.

Peligro latente

Debido a la naturaleza de montar una motocicleta, estos conductores corren con un alto peligro de sufrir accidentes trágicos en las calles y carreteras. De acuerdo con estadísticas de la revista legal National Law Review, el año pasado solo en 3% de los accidentes de tránsito que ocurrieron en Los Ángeles estuvieron involucrados motociclistas, pero representaron el 15% de las 260 fatalidades.

“En los años que he estado con el club hemos perdido miembros en accidentes. La pérdida más grande fue cuando falleció mi amigo Randy”, señaló ‘Archie’, quien ha sido parte del club desde 2002.

‘Archie’ considera que cuando se monta una motocicleta “te puedes lastimar bastante rápido si no sabes lo que estás haciendo” porque es muy fácil el perder el control. Para él uno de los máximos peligros son los motociclistas novatos.

“Me topo ellos todo el tiempo, pero ya cuando has montado por mucho tiempo puedes identificar sus tendencias”, comentó. “Aceleras para rebasarlos o te mueves de su paso”.

Aunque nunca ha sido hospitalizado, si ha estado involucrado en cuatro accidentes en los 17 años que lleva montando motos de calle. Lo peor que ha sufrido es “road rash”, heridas por abrasión del asfalto.

“Es una experiencia muy mala, se siente como si estás pasando por un molino de carne”, explicó. “Cuando das contra el pavimento, solo miras hacia arriba esperando que no impactes a un carro o que alguien te atropelle”.

Coqueteo con la muerte

Para muchos bikers, el orgullo que sienten por su club, lo es todo para ellos. Y en ocasiones este fervor los puede meter en situaciones graves. A Rob ‘Plomero’ de East L.A. Bikers lo llevó a coquetear con la muerte.

En octubre pasado se vio involucrado en un aparatoso accidente tras estar enfrascado en una carrera clandestina en la cual iba conduciendo a 165 millas por hora.

“Estaba en camino a casa luciendo los colores del club cuando un tipo se me acerco para retarme a una carrera. Yo nunca me hago para atrás”, dijo al recordar aquella noche. “Íbamos [bien rápido] y una cosa llevó a la otra. Un carro estaba saliendo de la autopista 5 cerca del Commerce Casino, pero yo iba corriendo viendo hacia atrás, queriendo mirar al otro tipo para señalarle el escudo del club en mi espalda. Al voltearme cerré mis ojos porque sabía que iba a chocar con el auto. En ese momento dije ‘Dios ayúdame’”.

“Cuando desperté tras el impacto solo recuerdo que estaba debajo del carro ahogándome con mi propia sangre, no podía sentir mi cuerpo”.

Un buen samaritano le ayudó a quitarse su casco para que pudiera escupir la sangre para respirar. Había sufrido una multitud de lesiones: sus piernas y brazos estaban rotos, seis costillas estaban fracturadas, su quijada estaba fracturada y cerrada con cables, cada hueso de su rostro estaba roto. También se roturo una arteria de su cuello y tenía hemorragias internas en su cabeza y pulmones.

Estuvo hospitalizado por seis semanas y sostuvo siete cirugías. Pero después de todo, ‘Plomero’ no se arrepiente de lo que ocasionó el incidente, incluso admitió que “lo volvería a hacer”.

“Se trata de montar o morir, eres o no eres. La vida sigue y eventualmente algo te va a volver a pasar de alguna manera”, enfatizó. “No puedes subirte a una moto con miedo porque eso va a causar que cosas te pasen. Tienes que hacerlo libremente. Te tiene que encantar la adrenalina y la emoción. Si nunca has manejado una moto, es una experiencia que nunca comprenderás”.

Presencia femenina en los “bikers”

Aunque el mundo de las motocicletas es visto como uno únicamente para hombres, en las últimas décadas la presencia femenina ha ido en ascenso.

En el ámbito local de esta cultura una de las motoristas más respetadas es Elsy Herrera, mejor conocida como ‘Gata’.

“Hay muchas mujeres en el mundo de las motos, pero si no eres parte de este ambiente casi no las vas mirar”, dijo Herrera a HOY Deportes. “Siendo parte de esta comunidad si ves bastantes chicas, hay clubes de puras mujeres, de mujeres y hombres y motociclistas que no tienen la necesidad de ser parte de un club”.

Ella indicó que lleva 15 años siendo dentro de este mundo, pero su afinidad con la velocidad y la adrenalina comenzó cuando apenas era una niña.

“El papá de mis amigas corría [formalmente] en una pista y me acuerdo que lo veía en su traje de carreras. Desde ese tiempo yo quería subirme a una moto…y aprendí”, manifestó ‘Gata’, quien actualmente maneja una moto Yamaha R6. “A comparación de otras muchachas que se suben a una moto y no saben en que andan montadas, yo sí sé en qué clase de motocicleta ando”.

Por tres años Herrera perteneció a un club de motociclistas del área. Sin embargo, debido a sus deberes como madre tuvo que desligarse.

“Cuando eres parte de un club, es una obligación estar en las juntas y eventos para recaudar fondos. Es una responsabilidad que se tiene que llevar a cabo a un cien por ciento”, comentó. “[Llego un tiempo] donde solo le estaba dando el treinta por ciento de atención a mi club, no era justo para los demás que siempre estaban representando. Me tuve que salir, mi hijo ya tiene 15 años, entre más grandes más tiempo necesitan”.

Pese que ya no es parte de un club como miembro, no se ha desapartado completamente de este ambiente, su novio es un “biker” perteneciente a East L.A. Bikers. ‘Gata’ señalo que el estar relacionada con un miembro de un club puede ser complicado por varias razones.

“Él y yo nos conocimos ya en este ambiente. Es un poco difícil ser una novia de un biker por los días que salen a montar, no sé si vaya a volver. Es una bendición salir en la moto y luego regresar”, confesó. “También se dificulta cuando las relaciones empiezan a tener problemas por situaciones que involucran otras muchachas, las que ofrecen de todo para subirse en la moto con alguien”.

“Como cada pareja hemos tenido problemas, pero hemos sabido resolverlos. Como yo también soy una biker, puedo entender lo que trae este estilo de vida”.

En cuanto al peligro al que están propensos todas las motociclistas, ‘Gata’ compartió que hace tres años cuando se dirigía al trabajo una mañana, un carro se le atravesó y se estrelló. En el impacto se fracturó el hueso pélvico y salió con dos discos herniados. Desde entonces a su hijo no le agrada que siga montando su moto.

Otra persona que también sufre por su amor a la velocidad es su propia madre. “[Mi mamá] siempre me da la bendición cada que salgo y se queda con el corazón en la mano. Algo que siempre le digo, además de decirle que tengo un seguro de vida para que sí me llega pasar algo ella este tranquila, es que si yo o mi novio nos morimos en la moto, lo haremos felices haciendo algo que nos gusta”.

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