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El regalo santo del mexicano Eder Sánchez

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Después de cuatro años mal situado en el ránking mundial de la marcha de 20 kilómetros, el mexicano Eder Sánchez celebra hoy su cumpleaños con un regalo santo, el regreso de la salud que alguna vez se fue con la alevosía de una mujer ingrata.

“De nuevo camino sin dolor; atrás quedaron las cirugías y estoy a tiempo para volver a ser de los mejores”, asegura en entrevista a Efe Sánchez, subcampeón de los Mundiales de Atletismo de 2009.

El inicio de Eder es uno de los más románticos de deportista alguno en el deporte mexicano. A los tres años sus padres lo metían dentro de una maleta para pasarlo escondido a la pista del Comité Olímpico donde jugaba a ser campeón de caminata mientras su papá y sus tíos se entrenaban con el fin de llegar a los Juegos Olímpicos.

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“Era una maleta chica, como de 60 centímetros, yo me hacía bolita y me quedaba callado. Nada me alegraba más que darle par de vueltas a la pista y una vez cansado sentarme a ver trabajar a mis mayores”, dice con la nostalgia de quien observa una de las piezas más valiosas del museo de sus recuerdos.

Como parte de la dinastía de los Sánchez encabezada por su tío Joel, bronce olímpico en Sydney 2000, Eder aprendió a hablar el lenguaje de los deportistas de alto rendimiento, en 1997 empezó a entrenarse de manera profesional y pronto se convirtió en el heredero de su clan.

A los 18 años ganó plata en la Copa Mundial Juvenil de Alemania, en 2008 bronce en la de Mayores de Rusia y un año después entró tercero en los Mundiales de Berlín, pero se quedó con la plata tras la descalificación del ruso Valeri Borchin.

“Entonces trabajaba concentrado, tenía apoyos para enfrentar en las reuniones de Europa a los mejores como el español Paquillo Fernández y el tunecino Hatem Goula, y eso me hizo crecer, pero cuando mejor estaba llegaron las lesiones”, lamenta.

Hace un año Eder amagó con regresar. Quedó tercero con 1h 21:31 en la reunión de Naumburg, Alemania, sin embargo un desgarre en un tendón de los isquiotibiales volvió a sacarlo del juego y quedó fuera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Este domingo, mientras celebra su llegada al mundo en mayo de 1986, Eder Sánchez repite que en el deporte a veces uno gana y en otras aprende y mientras no incluya el concepto de derrota en su filosofía de vida, le quedará margen para el milagro del regreso.

“Mi ausencia en las grandes competencias fue por razones que ya no existen. A fines de este mes espero bajar de 40 minutos en 10 kilómetros La Habana y en junio buscaré medalla en el Campeonato Nacional y clasificarme a los Mundiales de Londres”, asegura.

Hay trabajo por hacer. El día de su medalla de plata en Berlín 2009 pesaba 69 kilogramos y ahora anda por 73, aunque tiene la ventaja de estar casado con la corredora de vallas Zudikey Rodríguez, graduada de nutrición, quien le limita los platillos a base de harina y almidones y le habla mal de los refrescos.

“Es difícil, a veces se antojan unas papas fritas y no puedo porque estoy bajo supervisión. No todo es malo porque a los 31 años no tengo tiempo que perder y con ella he aprendido mucho”.

Lo dice y también se refiere a lo simbólico de su relación de pareja. Vivir con una mujer campeona de carreras con vallas ha ayudado a Eder a saltar el obstáculo de la mala salud, el aguafiestas de su carrera de deportista.

“Me veo en los Mundiales de Londres en agosto, pero la meta mayor es alcanzar mi mejor forma para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Otra vez controlo a mi cuerpo y lo demás saldrá con trabajo”, dice, confiado en hacer buen uso de su regalo santo.

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