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REPORTAJE ESPECIAL: Futbolistas exprofesionales hallan consuelo en las canchas del barrio

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Es una historia común entre los futbolistas.

Desde el primer momento en que en su niñez tuvieron ese primer contacto con un balón de futbol, el amor por ese deporte les marcó la vida.

El camino al profesionalismo es comúnmente difícil, largo y de mucho sacrificio, y al final la recompensa puede ser grande. La vida de un futbolista profesional establecido, que llega a durar hasta los 36 o los 38 años, trae consigo muchos beneficios: dinero, viajes, estatus social y el reconocimiento público.

Pero, ¿qué pasa con esos jugadores que caen del profesionalismo y regresan a la vida mundana antes de su tiempo? ¿Qué sienten cuando vuelven a jugar a nivel local? ¿Qué los motiva a seguir buscando el máximo nivel? ¿De qué manera les afecta el ego y el orgullo? ¿Por qué es el Sur de California tan atractivo para los exprofesionales?

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Las respuestas a estas y más preguntas no son tan simples.

La violencia obliga a un nuevo rumbo

Ser reconocido y famoso tiene sus ventajas… y también sus desventajas. Especialmente por situaciones como la que vivió el salvadoreño-uruguayo, Cristian Esnal, que ahora radica en Van Nuys, y que forzó su salida inesperada de El Salvador.

“Para mí fue muy difícil, porque fue un cambio abrupto”, contó a HOY Deportes el defensor exseleccionado. “Yo tenía mi vida hecha”.

Un lunes de octubre del 2013, cuando jugaba aún en el Club Deportivo Universitario salvadoreño, al salir de las instalaciones de la asociación recibió una llamada que le cambió la vida.

“Me llamó una pandilla; me quisieron extorsionar”, recordó sobre el macabro momento. “Me dijeron dónde estudiaban mis hijos, dónde vivía, la distancia que tenía desde los entrenamientos hasta mi casa. Ellos sabían que mientras yo estaba ahí, mi familia estaba sola en la casa. El carro que manejaba, dónde pagaba mis [facturas]… me dijeron absolutamente todo”.

Esnal no logró asimilar de inmediato lo que había escuchado por esos 30 minutos en los que se sintió maltratado y sofocado, pues le exigían un pago de $2,000 en 48 horas para no hacerle daño a él y su familia. El exprofesional asegura que hubiera podido pagarlos, pero eso no los hubiera detenido para pedir más y más en el futuro.

Esnal entró entonces en un estado de shock y abandonó con su familia el país lo antes posible.

“No tuve la rapidez mental para llamar a mi familia. Mi esposa, mis niños… estuve estacionado ahí por casi hora y media pensando qué iba a hacer. Me fui manejando más despacio de lo normal para tratar de blanquear la mente”, relató.

Una de las razones de Esnal para llegar al Sur de California fue pensar en sus hijos, y lo hizo además porque su esposa tenía familiares viviendo en Los Ángeles. Aunque luego intentó vivir en Phoenix, Arizona, por unos meses, se decidió por nuestra ciudad.

Esnal trabaja actualmente para una compañía de jardinería. “Es algo a lo que nunca me imaginé llegar; pensé que iba a tener una carrera más larga”, afirmó.

El futbolista dice mantenerse con ese trabajo y, al mismo tiempo, con los partidos que juega en la semana con los diferentes equipos locales. Pero verse en esta situación obligada en su vida no fue fácil de asimilar.

“Cuando llegaba tras los primeros días de trabajar, me miraba en el espejo y veía la cara llena de polvo y pintura”, narró el espigado jugador. “Me ponía a llorar, porque uno ve cómo le cambió a uno la vida. De estar en las canchas, en las entrevistas, en la TV, en el diario a eso, creo que el mismo ego, el orgullo de uno lo hace que flaquee en ese aspecto. Pero luego ves a tu familia y lo haces con dignidad, con respeto; te ganas el salario y la verdad eso es lo que le da a uno fortaleza para seguir”.

Es un golpe al ego

Para muchos exprofesionales, es un golpe al ego y orgullo. “Afectó cuando recién dejé de jugar en México”, dijo Edwin Borboa, quien juega actualmente con La Máquina FC. “Estuve seis meses sin jugar y emocionalmente sí afecta, a mí y a mi familia”.

El equipo donde juega el oriundo de Los Mochis, Sinaloa, es parte de la United Premier Soccer League (UPSL), que es considerado una tercera división en Estados Unidos.

El exjugador de Chivas de Guadalajara, Pachuca y Atlante, entre otros, dijo que a pesar de que fue difícil dejar de jugar en el profesionalismo mucho antes de lo que tenía programado, ha sabido “llevar esto adelante y saber que esto no acaba aquí y tienes que llevar una vida. Estaba acostumbrado a viajar y a otro tipo de vida allá”.

Borboa, quien debido a diferencias contractuales dejó de jugar en México, vive ahora en Compton, y como él, una gran cantidad de exprofesionales eligieron al Sur de California como su nuevo hogar. Al mismo tiempo, se mantienen activos en las diversas ligas locales.

El jugador llegó al onceno de La Máquina hace un año y medio gracias a unos amigos y conoció al dueño del equipo, Alex Uribe, en Las Vegas.

“Fue el primer torneo que vine a jugar y quedamos campeones”, recordó. “Sé que no es un equipo profesional, pero siempre he querido mantenerme físicamente bien, atléticamente bien. Sigo entrenando, trato de seguir en ritmo y no se me ha dado la oportunidad con un equipo profesional para seguir jugando a un nivel más alto”.

Una lesión los saca

El 29 de septiembre del 2013 fue un día oscuro para Steve Purdy.

Corría el minuto 39 de la primera mitad, en un juego en que las desaparecidas Chivas USA jugaban contra los Earthquakes de San José, y el balón botaba cerca del centro de la cancha. El delantero Steven Lenhart disputaba el esférico contra el salvadoreño estadounidense, a quien le propinó un brutal codazo a la cara.

Purdy salió lesionado del juego, el que es hasta este momento su último como profesional.

Las radiografías mostraron múltiples fracturas a nivel facial, y tras un estudio de resonancia magnética, se le descubrió una conmoción cerebral.

Han pasado tres años desde ese incidente, y apenas a mediados de este 2016, Purdy volvió a las canchas vistiendo la camiseta del OC Blues, un equipo de la United Soccer League (USL).

“Estuve a punto de retirarme, pues tuve que lidiar con muchos problemas mentales, migrañas y depresión”, contó Purdy. “Con tratamientos y demás pude salir de eso. Poco a poco pude volver a ganar confianza de que podía jugar. Pero pasó el tiempo y es duro volver, porque ahora vienes con más edad y tienes que volver a probarte en un nivel más bajo para volver a subir”.

El jugador de 31 años sueña con volver a jugar en la MLS, pero no ha sido fácil debido a su larga recuperación. Esto afectó su confianza. Sin embargo, tras su recuperación se sintió que el apoyo que le demostró la gente lo convenció para volver a las canchas.

“Empiezas a tener dudas si es esto lo que realmente quieres seguir haciendo y finalmente, cuando te convences de que darás todo, sigues en el camino”, explicó Purdy. “Es pasión… no quieres que esa llama se muera por un juego que amas tanto”.

Purdy eligió al conjunto de OC Blues para tratar de volver al profesionalismo. Al mismo tiempo, aseguró que el apoyo que ha recibido por parte de la selección de El Salvador lo ha motivado para seguir.

“En la selección siempre me han chequeado”, dijo el jugador. “Me fue bien cuando jugué con el equipo. Estuvieron pendientes de cuándo volvería durante mi recuperación y eso me anima a seguir adelante”.

Los Ángeles es un trampolín

Además de la ilusión que es L.A., muchos jugadores ven a la ciudad californiana como un lugar donde pueden reiniciar sus carreras.

Para Rodrigo López, quien es oriundo de Santa Bárbara y que actualmente juega con el Celaya en la Liga de Ascenso en México, Los Ángeles tiene su encanto, además de ser un posible trampolín a sus carreras.

“Es una ciudad muy bonita que tiene sus playas, el clima; todos quieren ir a vivir allá”, explicó el exjugador de Chivas USA y los Timbers.

Tras su salida de Portland en 2011, el ‘Roro’ participó en varios torneos a nivel nacional y en ligas locales del Sur de California, en las que vio “talento escondido”.

“Los mejores jugadores que han salido en EE.UU. son de California y eso atrae a exprofesionales”, aseguró.

López, de 29 años, jugó con LA Premier Soccer League y en ligas de Santa Bárbara. El mediocampista sueña con jugar nuevamente en la Liga MX y dijo haber estado muy cerca de volver salvo por un reglamento (Regla del 10/8) introducido este año que pudo haber afectado su regreso, pues el equipo en cuestión no prometía mayor actividad o titularidad.

¿Qué ganan los jugadores?

“Volver a la realidad” para los exprofesionales, acostumbrados a la vida de lujos, es difícil, y volver al futbol local puede ser una experiencia dura. A nivel local, dependiendo del equipo y la liga, en promedio, un exprofesional gana en promedio $50, $500 o hasta más, contando viáticos en un solo partido.

No es común ver a equipos locales con patrocinador, y solo dependen de premios que pueden ser desde $7,000 hasta $10,000 por torneo ganado. No siempre se da el caso de que incurran en pagos a esos jugadores.

José Manuel Meza, un entrenador local, ha visto cómo lidian con el cambio. “Muchos de ellos estaban acostumbrados a una vida diferente”, dijo el técnico del Club Deportivo AFI. “Ganaban miles de dólares. Llegan aquí y no hay oportunidades profesionales. Especialmente los que están vetados de por vida; juegan dos a tres partidos por día y ganan $100 o $150 por partido”.

Meza hizo referencia a los salvadoreños Osael Romero, Ramón Flores y el fallecido Alfredo Pacheco, quienes fueron parte de un grupo de jugadores acusados por amaños de partidos con la selección de El Salvador y que fueron vetados para jugar profesionalmente.

“Su necesidad económica es lo que los hace jugar tantos partidos”, dijo Meza.

¿Cómo sobreviven las ligas?

Entre las ligas más populares del Sur de California se encuentra LA Premier Soccer League, cuyo dueño es Juan Martínez, un empresario de Guadalajara que asegura que para correr con los gastos de estos campeonatos invierte de su bolsillo.

“No es una liga para yo vivir de ella”, dijo Martínez. “La inscripción cubre el premio y el resto (gastos de partidos) se paga semana a semana. No hay patrocinios de marcas, solo es la pasión de vivir el sueño del buen futbol”.

Según ‘Rocky’, muchos empresarios quieren conformar una liga o un equipo de futbol de calidad. Martínez ha logrado que su torneo sea reconocido entre la gente como la “Liga de las Estrellas” por la cantidad de exprofesionales y profesionales que usan estos torneos para mantenerse en fogueo. Actualmente, hay alrededor de 20 de ellos participando en esta liga.

Es precisamente la presencia de los exprofesionales lo que garantiza un buen nivel de futbol a nivel local, y por eso algunos empresarios estén dispuestos a inyectar dinero de sus negocios a sus equipos.

“Cada dueño es competitivo aquí y quiere hacer lo máximo para marcar un prestigio donde jueguen”, explicó Martínez, quien también tiene su negocio, Erika’s Bail Bonds en South Gate.

Esta liga desarrolla sus torneos en la escuela Linda Esperanza Marquez en Huntington Park.

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