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Columnista: Jugador del Galaxy, protegido por DACA, enfrenta un panorama incierto con el gobierno de Trump

Aguilar proviene del D.C. United. (Associated Press)

Aguilar proviene del D.C. United. (Associated Press)

(Julio Cortez / Associated Press)
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El jugador del Galaxy Miguel Aguilar nunca quiso abandonar México.

“Solo pensaba en que todos mis amigos y primos estaban aquí”, dijo hablando del día cuando su madre lo subió a su hermano y a él a una camioneta con dirección hacia otro país: los Estados Unidos.

Aguilar tenía apenas 11 años de edad. Doce años más tarde, este jugador, quien busca establecerse en el medio campo de los galácticos, ya no quiere volver y esta situación lo tiene atorado en la incertidumbre que existe entre su tierra natal y su hogar.

Aguilar es uno de los más de 861.000 inmigrantes indocumentados que están protegidos de la deportación bajo el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) de la administración del Presidente Barack Obama. La orden ejecutiva provee permisos de trabajo a personas que fueron traídos a Estados Unidos en su niñez, siempre y cuando cumplan con ciertos requisitos.

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Lo que no provee es una vía legal hacia la residencia permanente. Con el Presidente Trump expandiendo las leyes antinmigrantes de manera agresiva, Aguilar ahora se encuentra inquieto sobre su futuro.

“Se está fijando en personas como yo”, comentó el originario de Ciudad Juárez. “Creo que esos son motivos para que esté preocupado”.

Seleccionado en la primera ronda del SuperDraft de la MLS de 2015, se cree que Aguilar es la primera persona en ser amparada por DACA que se ha convertido en atleta profesional. Y aunque su estatus temporal le ha permitido trabajar, obtener una licencia de manejar y graduarse de la Universidad de San Francisco (USF) con un título en finanzas y un promedio escolar de 3.7, sí la nueva administración en la Casa Blanca cancela el programa DACA, el jugador podría convertirse en el primer jugador en la historia de la liga en ser deportado.

Sus padres se separaron cuando él tenía nueve años; su madre Carmen luchó para proteger a sus dos hijos y a una hija viviendo en Ciudad Juárez, un lugar que se había convertido a uno de los lugares más peligrosos de todo el planeta debido las frecuentes balaceras entre cárteles rivales.

Carmen aseguró visas de turistas para sus hijos y vendió todas las pertenencias de la familia-incluyendo los videos de Disney y los carritos Hot Wheels de Miguel-para financiar su viaje a Sacramento en donde unos parientes de ellos les iban a dar alojo.

“Estábamos dejando todo. No teníamos pensado regresar”, recordó Aguilar.

Para cuando sus visas se vencieron, la familia Aguilar cambió la vida entre las balas, por la vida entre las sombras en EE.UU.

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Nueva vida, más problemas

Aguilar solo entendía algunas palabras en inglés al entrar a la secundaria en Sacramento. Con su familia, mudándose de apartamento contantemente, sus estudios sufrieron las consecuencias. Sin embargo, pudo sobresalir en el campo de futbol- lugar en donde conoció a Tibor Pelle, un exjugador de UCLA y entrenador que lo convenció para que también se aplicara dentro del salón de clases.

Pese a que estuvo en riesgo de dejar la escuela, el jugador terminó siendo un estudiante ejemplar en la preparatoria Encina. Luego continuó sus estudios en USF, graduándose con honores antes de tiempo.

En USF fue también en donde conoció a Erin Ah Choy, una estudiante originaria de Hawaii, con la cual se casó el año pasado. Ella vive en Washington y trabaja como asistente de Mazie Hirono (Demócrata de Hawaii), la primera mujer nacida en Japón que ha sido elegida para el Senado de EE.UU.

Tras contraer matrimonio, Aguilar, de 23 años, aplicó para la residencia permanente, el cual él ve como el primer paso hacia la ciudadanía estadounidense y hacia la formación de una familia.

Aunque el jugador dijo que su aplicación fue aprobada hace tiempo, todavía no ha recibido su “mica” y le preocupa que la administración de Trump pueda estar cambiando las reglas en este rubro también.

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“Es una situación bastante complicada”, expresó.

Poca claridad

El puesto de Aguilar con el Galaxy tampoco se ve seguro. A lo largo de más de dos temporadas con el D.C. United, jugó en 25 partidos de liga. En diciembre los capitalinos traspasaron sus derechos al Galaxy a cambio de una selección de cuarta ronda en el SuperDraft de 2019.

Pero el medio campo del equipo angelino que llegó a lucir casi baldío a finales del año pasado, fue reabastecido en enero con las adquisiciones de Romain Alessandrini, Joao Pedro y Jermaine Jones, lo que dejó a Aguilar con muy pocas posibilidades de formar parte del primer equipo del Galaxy. El jugador señaló que pese a que podría quedar libre para firmar con cualquier otro plantel de la liga, prefiere quedarse en Los Ángeles y jugar para el Galaxy II de la USL.

Para empezar, el jugar con el Galaxy II le daría un grado de estabilidad a la vida de Aguilar, pues le permitiría alquilar un apartamento y traer a su esposa de Washington. También le podría traer algo de claridad en cuanto a su incierto estatus migratorio, una pena que solo puede librar en el campo de juego.

“Para mí, el campo, es como un refugio”, dijo. “Definitivamente cuando veo las noticias y leo las distintas historias y artículos, me pongo a pensar”.

Miguel fue el único de su familia que estaba lo suficientemente joven para calificar para la protección en contra de la deportación, aunque solo sea de manera temporal. Debido a estas circunstancias, no quiere hablar públicamente sobre sus familiares, solo dice que ellos permanecen dentro del país sin tener un estatus legal.

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Pero está claro que los obstáculos con los que tuvo que batallar su madre-primero rescatando a sus hijos de la violencia de Ciudad Juárez, luego tratando de sacarlos adelante en nuevo país en donde no era bienvenida-han influenciado la manera como Aguilar mira el mundo.

“¿Me estás diciendo que porque ella nació en el lado equivocado de esta frontera, ella no ya es vista como un ser humano? Eso me molesta mucho”, declaró el jugador, quien no ha podido ver a su padre desde que se vino de México. “El miedo que produce la posibilidad de que familias sean separadas, es el problema más grande que tengo con todo este tema de la inmigración”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

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