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Las gemelas Acuña superaron varios retos para jugar en UC Irvine

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El mejor regalo que Maritza y Janeth Acuña han recibido de parte de sus padres es que un día las dejaron jugar futbol.

Las gemelas querían seguir los pasos de su hermana Dinorah y sus primos en las canchas locales de Phoenix, Arizona, donde vivieron desde los 3 hasta los 13 años de edad.

“Queríamos jugar como nuestros primos; fue como un regalo”, indicó Maritza sobre aquellos años en los que jugaba con el equipo Olimpia Azteca de Phoenix.

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Al mudarse al Sur de California, ambas ingresaron en la preparatoria, donde conquistaron dos títulos. Uno de ellos fue el primer campeonato en la historia del futbol femenil de Downey High.

Tras su graduación, Maritza, una defensa central, y Janeth, mediocampista/delantera, tuvieron una de las decisiones más grandes que han tomado en sus 19 años de edad: ¿Ir a un colegio comunitario o ir directamente a una universidad?

El dilema era complejo, pues las dos son “dreamers”, estudiantes que fueron traídas desde muy pequeñas a Estados Unidos sin documentos, lo que significaba que contaban con poca ayuda financiera para pagar por sus estudios.

Su familia quería que ellas acudieran a la universidad, lo que significaba que tenían que trabajar e ir a la escuela al mismo tiempo para costear sus estudios. Pero para Maritza y Janeth, primeras en su familia en ir a una universidad, la decisión no era tan fácil.

“No sabíamos nada, aprendimos de la universidad en el último año de High School. No sabíamos cómo íbamos a pagar todas las cosas”, expresó Janeth. “Nosotros no podemos pedir ayuda federal; es todo del estado y el estado no tiene dinero”.

Siempre nos decían que si teníamos una pregunta, (que) preguntáramos a los maestros. Pero cuando preguntábamos algo del Dream Act, ellos no sabían nada

— Martiza Acuña, jugadora de UC Irvine

“A nosotros siempre nos decían que si teníamos una pregunta, preguntáramos a los maestros y ellos tienen que saber la respuesta. Pero cuando preguntábamos algo del Dream Act, ellos no sabían nada”, indicó Maritza, quien junto a Janeth nació en Culiacán, y vino con ella a Estados Unidos a los 3 años.

Aunque existen varias becas que ayudan a estudiantes que son de primera generación en su familia para ir a la universidad, las gemelas no podían solicitarlas porque no eran elegibles.

Por un momento hablaron de dejar de jugar y meterse de lleno en el trabajo y los estudios.

“Ya habíamos decidido parar de jugar, solamente íbamos a jugar un último año con el club de nosotros. Pero no nos sentíamos bien. Sentíamos que no era la decisión correcta”, aseveró Maritza.

Las hermanas tampoco tenían transporte y conocían poco de la vida universitaria.

“Todo era para nuevo para nosotras”, explicó Maritza.

Entonces hablaron con el entrenador de Río Hondo Community College y decidieron ir al colegio comunitario con esperanzas de obtener una beca deportiva más adelante o seguir con los estudios en alguna universidad.

“Le dijimos a todos en mi familia y ellos no estaban de acuerdo con nosotros”, recordó Maritza.

Una buena decisión

Al final de cuentas, terminó siendo una decisión acertada. Las hermanas Acuña ayudaron a Río Hondo a conquistar el título regional y disputaron la final estatal ante Cerritos College. Entre las dos hermanas sumaron 35 goles y 38 asistencias en los dos años que jugaron en Río Hondo.

“Fue la primera vez que el equipo llegó tan lejos”, expresó Maritza, cuyo promedio académico (GPA) es de 4.0 y fue elegida por la Asociación de Entrenadores Nacionales de Futbol de Estados Unidos como la Jugadora del Año de los Colegios Comunitarios.

Las dos fueron elegidas para el equipo de estrellas de NSCAA All-Americans.

Aunque el equipo perdió en la final ante Cerritos College, los visores de la Universidad de California en Irvine le ofrecieron becas deportivas a cada una para jugar en la División I, la división colegial más competitiva.

“Las dos son muy inteligentes en el futbol y son excelentes en el salón de clase”, dijo el entrenador Scott Juniper de UC Irvine al momento de reclutarlas.

Para las gemelas fue doble satisfacción, pues también significó que no tendrían que separarse.

“Si a ella le hubieran dado una beca y a mí no, yo estaría contenta por ella. Me gustaría que fuese”, dijo Janeth, quien probablemente jugará de delantera en Irvine.

En lo deportivo, para Janeth y Maritza, la División I es difícil, ya que compiten con muchachas más atléticas que ellas. Inclusive, los entrenadores ya les han pedido que hagan pesas.

Si a ella le hubieran dado una beca y a mí no, yo estaría contenta por ella. Me gustaría que fuese

— Janeth Acuña, jugadora de UC Irvine

Otra de las grandes diferencias que han notado es que para los partidos de visita, solo 18 en el equipo son seleccionadas para hacer el viaje, tal como en el profesionalismo.

“Una chica puede ser tu amiga pero también es tu rival, porque estás compitiendo con ella por un puesto”, indicó Janeth.

Tanto Janeth como Maritza están estudiando medicina y al graduarse quieren trabajar para costearle los estudios a su hermana mayor, Dinorah.

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