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Rostov-on-Don fue testigo del día en que la afición mexicana escuchó, reflexionó y rectificó

(JOE KLAMAR / AFP/Getty Images)
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Desde el inició de la Copa del Mundo, en el primer partido de la selección mexicana ante Alemania en Luzhniki Stadium, el grito polémico de “¡ehhh… p…!” se escuchó muy débil en el histórico inmueble de Moscú.

A pesar del intento de muchos aficionados mexicano de dejar el grito, el cual para la mayoría de los países del mundo es una ofensa pero que en México se cataloga como solamente una “broma sin mala intención”, la FIFA castigó a la Federación Mexicana con una sanción de más de $10 mil dólares. La sanción no significa mucho para el Tricolor en lo económico, pero la FIFA ha amenazado con castigarlo en lo deportivo, pues podría perder puntos en el torneo.

“Le dijimos a muchos en el estadio contra Alemania que no lo dijeran, muchos no lo dijeron, pero hubo otros que no les importó”, expresó Eduardo Santibáñez, un aficionado de Guadalajara que estuvo para el partido ante Alemania y viajó para el duelo ante Corea del Sur.

“La verdad es que no todos de nosotros queremos decir ese cántico”, dijo Laura Moreno, una doctora de Guadalajara, durante el viaje en tren de Moscú a Rostov-on-Don, ciudad donde México enfrentó a Corea del Sur y escenario en el cual estaba todo el centro de la atención de los visores de la FIFA cuando el arquero coreano Jo Hyeonwoo despejaba, para ver si el Tri era castigado nuevamente.

Una de las grandes dificultades para erradicar el cántico es la gran cantidad de aficionados que hacen el viaje (entre 35,000 a 40,000 mexicanos en Rusia), además de que varios de ellos ya están bajo la influencia del alcohol cuando van a los estadios y se dejan llevar por el fervor del partido.

Otro aspecto pasa porque aún hay varios aficionados de la selección mexicana que no reconocen que el canto sea homofóbico.

Sin embargo, una de las amenazas de la FIFA fue que los que no hicieran caso, podrían ser expulsados del estadio. Esto último podría ser muy efectivo, debido a la alta cantidad de dinero que los aficionados mexicanos gastan en un viaje mundialista.

“Yo no pagué tanto dinero del viaje para que me quiten del estadio”, dijo Baldomero Cruz, de Los Ángeles antes del partido ante Corea.

Otros, como en el grupo de Corazón Azteca, fueron más creativos y planearon cambiar la palabra por algo más: “Uno, dos, tres, chiquitibum a la bim, bom, ba, a la bio, a la bao, a la bim, bom, ba, México, México, ra, ra, ra”.

El nuevo cántico fue ensayado varias veces antes del partido, aunque a la hora del encuentro, muchos en el estadio no lo siguieron.

“Estamos tratando de cambiar poquito a poquito, cantar diferentes canciones, pero es un plan a largo plazo”, dijo David Frijolito, líder de Corazón Azteca, un grupo de alrededor de 12 mil aficionados en Rusia que hizo una larga marcha con varios cantos sobre el puente del Río Don hasta llegar al estadio.

“Sabemos que ese grito [“¡ehhh… p…!”] no intimida a nadie, sabemos que va a tomar un largo tiempo. Ojalá que no suceda algo horrible, como que nos quiten puntos. Por eso lo queremos erradicarlo”, expresó el líder de Corazón Azteca.

“Es de México que te dicen que no hagas algo y lo haces. De poco a poco hay que cambiar la mentalidad”, señaló David.

“Ojalá que la gente entienda que no fue para insultar a nadie. Claro que hay que ponernos en lugar de la otra gente y vamos a hacer todo lo posible para no cantarlo”, dijo Ingrid González, quien viajó de Chicago a Rostov-on-Don para apoyar al Tri ante Corea del Sur en Rostov Arena.

En los primeros 20 minutos, llegó el primer despeje de Hyeonwoo y el grito brilló por su ausencia. Luego llegó otro despeje del contrario, Y así la tarde y los minutos fueron pasando, sin el conocido grito.

Fue entonces en esta provincia de Rusia que desapareció por primera vez el tan criticado grito y puso fin, por ahora, a los castigos de FIFA.

El público mexicano, uno de los efervescentes en los Mundiales, volverá a ser puesto a prueba en futuros partidos del Tricolor, pero la tarde del 23 de junio en Rostov-on-Don, será recordada como la vez en la que la afición azteca, escuchó, reflexionó e hizo caso.

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