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REPORTAJE ESPECIAL: Pelean como niñas

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Para la boxeadora amateur Jajaira González, la frase “peleas como niña” no carga el mismo significado despectivo del pasado.

“No me molesta necesariamente, porque nosotras las mujeres podemos pelear mejor que los hombres, casi siempre. Me enorgullece el poder ‘pelear como una niña’”, declaró la joven de 19 años.

González, una peleadora de élite a nivel amateur en Estados Unidos, es parte de una nueva generación de mujeres que le ha quitado peso a este estereotipo al cosechar éxitos en los deportes de combates.

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En la actualidad, más y más jovencitas prefieren practicar disciplinas como el boxeo, la lucha o las artes marciales, sin importarles que sean “deportes de hombres”, pues en ellas encuentran retos y satisfacciones.

En el gimnasio Jerry Ortiz de El Monte entrena Heaven García, de 16 años, otra joven boxeadora que junto a González es vista como una de las máximas esperanzas del boxeo femenino de Estados Unidos rumbo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

La medallista de oro en el Campeonato Mundial Juvenil del Boxeo Femenino de 2015 empezó a practicar el pugilismo a los ocho años.

“Me encanta la adrenalina que siento cuando estoy peleando y que la gente me esté alentando”, dijo García, quien cree que a la hora de ser apreciada como boxeadora, su calidad pesa más que su género. “Creo que la gente solo ve que tengo talento, sin importar que sea un niño o una niña”.

A la fuerza

El camino de González dentro del deporte de los puños fue muy distinto al de García. Su papá, un boxeador en México, llevó a sus dos hermanos mayores al gimnasio, y cuando González cumplió ocho años, le tocó a ella.

“Prácticamente me forzó ir al gimnasio; yo no quería boxear. A esa edad era muy niña y pensaba que solo era para los varones; no quería saber nada del box”, explicó la pugilista de Glendora, que fue finalista en las pruebas de EE.UU. para los recientes Juegos Olímpicos de Río. “Cuanto más entrenaba y me iba bien en mis sesiones de sparring y en las competencias, me empezó a nacer un amor por este deporte. Ahora pelear es lo único que sé”.

De acuerdo con González, su mamá no pudo salvarla del boxeo, cuando inicialmente lo hacía en contra de su voluntad. Sin embargo, contó que hoy su madre se siente más segura cuando pelea que cuando sus hermanos suben al cuadrilátero.

“Ya no se pone nerviosa cuando yo peleo porque me tiene mucha confianza. Se pone más nerviosa con mis hermanos”, dijo. “Me dice que conmigo está calmada porque sabe que me va ir bien”.

En el entarimado

Aunque el pugilismo es uno de los deportes de combate tradicionales, hoy en día muchas niñas están practicando la lucha grecorromana. La reciente popularidad de las artes marciales mixtas (MMA) en la rama femenil ha tenido mucho que ver. Impulsadas por el éxito de Ronda Rousey, hay chicas que deciden ingresar a la lucha grecorromana, ya que es una de las disciplinas esenciales de este deporte y es una actividad que se practica en la mayoría de las preparatorias del país.

Cerritos College, de Norwalk, que ostenta uno de los mejores programas de lucha grecorromana en California y fue campeón estatal en 2014, cuenta con dos jóvenes latinas que se desempeñan entre sus competidores varones.

Melinda Abrajan, de 17 años, y Nadia Escamilla, de 19, han luchado desde que iban a la preparatoria y lo siguen haciendo para Cerritos College porque en el futuro pretenden entrar al MMA profesional.

A diferencia de Escamilla, que casi toda su vida ha practicado deportes de combate como boxeo, karate y jiu-jitsu, Abrajan explicó que cuando iba a Lakewood High School, además de luchar, también jugaba softball y corría. Pero siendo una chica, en la lucha grecorromana encontró una sensación diferente.

“Me encanta el poder que siento cuando levanto a alguien y lo azoto contra la lona. Me hace sentir fuerte”, comentó. “Cuando lucho, veo a mi rival como mi peor enemigo, y solo quiero lastimarlo y vencerlo”.

Abrajan dijo que sus padres jamás le impidieron que luchara, pero al inicio su mamá le decía “¿por qué no haces algo más de niñas, como bailar o ser porrista?”

Por su parte, a Escamilla le sirve como un ejemplo de vida que la impulsa.

“La lucha es algo que te sirve en la vida real. Si te haces para atrás, nunca vas a sobresalir en nada”, dijo la graduada de Cal High School en Whittier.

Me encanta el poder que siento cuando levanto a alguien y lo azoto contra la lona. Me hace sentir fuerte

— Nadia Escamilla, Luchadora en Cerritos College

Pocos rivales

Debido a que en el boxeo y en la lucha grecorromana existe una escasez de chicas que practican estos deportes, las que lo hacen casi siempre tienen que entrenar con chicos. Por esta razón, cuando empiezan, no tienen ningún temor a la hora de combatir con un niño, pues no hay otra alternativa.

Al compartir el gimnasio con sus hermanos, González ha tenido que hacer sparring con ellos, algo que puede ser difícil, pero también una ventaja.

“Son muy críticos de mí. Cuando están enojados o molestos conmigo me pegan más fuerte. Hay ocasiones en donde mi papá me ha dicho que voy a entrenar con ellos y me he dicho a mí misma, ‘Dios mío, no quiero’”, indicó. “Pero al final de cuentas, cuando estoy dentro del ring con ellos, sé que solo me están ayudando a mejorar. Nadie me va pegar más fuerte que ellos. Ya para cuando pelee ante otra chica, estaré preparada para esperar mucho más de lo que puedo encontrar”.

Para otras, el entrenar con chicos representa otro tipo de problema.

En la lona, Abrajan contó que ha habido veces cuando ha tenido que tomar cartas en el asunto y exigirles a sus compañeros que la ataquen con todo.

“He entrado en conflictos verbales con chicos de mi equipo a los cuales les he dicho, ‘no paren porque soy una muchacha, trátenme como trataran a uno de los otros chicos’”, expresó. “No me estaban ayudando a mí, ni se estaban ayudando a ellos mismo”.

Mientras que en el boxeo no hay peleas oficiales entre varones y hembras en cualquier nivel, en la lucha greco romana de preparatoria o colegial estos enfrentamientos son comunes. Como en toda competencia, debido a los complejos sociales que existen, cuando una niña vence a un niño estos suelen no tomar bien la derrota.

“Una vez en la high school hice llorar a un niño porque lo vencí rápido. Él era dos años menor que yo y yo ya era parte del equipo de varsity. Después de la contienda, se veía un poco afectado, tenía lágrimas en los ojos. Me sentí tan mal que le di un abrazo”, comentó Abrajan entre risas.

Prejuicios y trato diferente

Por lo general, cuando la mayoría de la gente se imagina a una niña que practica un deporte rudo que es considerado “ser solo para niños”, piensan en una chica con características masculinas, desde su apariencia física a su vestimenta. Pero en muchas ocasiones esta percepción dista mucho de la realidad.

“Obviamente no es verdad. Muchas peleadoras no parecemos como niños, pero a las personas solo les gusta hablar”, comentó García con algo de disgusto hablando sobre este estereotipo.

Con la excepción de Abrajan, quien dijo que en su vida diaria tiene un estilo deportivo y que ve los moretones que sufre a causa de la lucha como sus “marcas de guerrera”, González, García y Escamilla dicen que son jóvenes bastante femeninas fuera de sus disciplinas.

“Soy una muchacha típica; hay personas que me dicen que no parezco luchadora. Tengo una personalidad muy amigable, siempre ando con una risita carcajeándome de todo. Si puedo tener mi lado deportivo, pero casi todo el tiempo me visto como una chica”, explicó Escamilla.

En las redes sociales González ha sido el blanco de comentarios que se burlan del hecho que es una chica que boxea y que demeritan sus habilidades y talento solo por ser una hembra. Comentó que cuando era más joven esto le dolía y le daban ganas de responder de mal manera, sin embargo, ya no deja que la afecten.

“Ahora soy más madura y he aprendido a ignorar estos comentarios o responder diciendo, ‘Gracias por tu opinión, voy a seguir haciendo lo mío’. Después de que les digo esto usualmente me dejan en paz”, confesó. “Si sigues alegando con estas personas, solo van a escavar más hasta el punto que te digan algo que si te va a doler. Usualmente los comentarios no son muy serios ya que solo son de ‘haters’”.

Abrajan manifestó que en trayectoria dentro de la lucha ha habido momentos donde personalmente si se ha sentido discriminada debido a su sexo. Estos incidentes le causaron mucha molestia y enojo.

“Ha habido muchachos en torneos y en dentro de mis propios equipos que han no quisieron competir en contra de mí. He tenido entrenadores que no me han dejado competir solo por hecho de que soy una chica”, reveló.

La lucha es algo que te sirve en la vida real. Si te haces para atrás, nunca vas a sobresalir en nada

— Nadia Escamilla, Luchadora de Cerritos College

Combatiendo la báscula

No es ningún secreto el asunto de peso corporal es algo muy delicado entre chicas jóvenes pues tienden a estar más conscientes de su figura que los chicos. Desórdenes alimenticios como la anorexia y la bulimia son bastante comunes entre las adolescentes.

Debido a estas circunstancias, el peso puede ser una doble carga para algunas muchachas que compiten en los deportes de combate. No solo se preocupan por como lucen físicamente, sino que también se tienen que preocupar de dar el peso en la báscula para poder efectuar una contienda.

“Siempre he estado preocupada de mi peso. Creciendo con mis hermanos siempre se burlaban de mi peso. Realmente nunca estuve gordita, pero para ellos sí lo era porque estaban más flacos que yo. Entonces se me quedó la idea de que, sí soy un poco grande”, comentó González sobre su batalla personal. “Las muchachas suelen subir de peso más rápido que los muchachos. Mi familia siempre se fija cuando peso algunas libras de más. A veces recibo criticas de que estoy gordita y yo no quiero estar así. Si estoy sobre peso, trato de poner me ropa de entrenamiento más grande para que nadie lo note en el gimnasio”.

González indicó que desde que tuvo que subir de 125 libras a 132 durante su preparación para las pruebas olímpicos para Río se le ha hecho más difícil el bajar de peso para una pelea. Aunque jamás ha sido vencida por la báscula debido a que tratar de ser disciplinada con lo que come- evita bebidas con azúcar y el pan- y siempre es estricta con sus rutinas de entrenamiento, ha habido ocasiones cuando ha tenido que tomar medidas drásticas para poder dar el peso.

“He llegado a no comer nada y no tomar líquidos un día y medio antes de un pesaje. Entrenaba tres veces al día. Esto no era nada saludable por eso aprendí a no relajarme de más con mi peso”, reveló.

A diferencia de González, Abrajan no tiene problemas de alta estima debido a su peso pues gracias a la lucha a aprendido a restarle importancia a lo que indica la báscula en su vida personal.

“Antes sí estaba muy preocupada por mi peso, pero el competir en la lucha me ha enseñado que tu peso es solo un número”, expresó.

“Cuando tengo dar el peso para una contienda, esta la única ocasión cuando me importa lo que peso. He aprendido a estar feliz con mi cuerpo y a darle forma de la manera que yo quiero. En mi segundo año en la preparatoria bajé de 150 libras a 113 y me enfermé. Esto me abrió los ojos para ver que el peso solo importa en el deporte”.

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