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Para el cubano Rances Barthelemy, valió la pena la odisea rumbo al boxeo profesional

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Aunque ya ha probado la gloria en el pugilismo, el cubano Rances Barthelemy no se ha dado por servido. Recuerda cómo eran las cosas para él en su isla natal y se impulsa más.

“Mi vida en Cuba era como todas, mala. Ahí la ley es pareja con todo el mundo”, dijo Barthelemy a HOY Deportes en un restaurante en Las Vegas refriéndose a la pobreza y estragos políticos por los que pasó.

Hoy en día su mayor aspiración es convertirse en el primer alumno de la afamada escuela cubana de boxeo en conquistar tres coronas mundiales en divisiones distintas a nivel profesional.

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“Estoy rezando, sueño con eso todos los días. Ese es el título que me va a llenar de mucha alegría. Pensé que cuando gané el primero iba a ser algo trascendental para mí pero la verdad mi sentí normal como si hubiera ganado otra pelea”, comentó el púgil de 30 años edad. “Luego llegó el segundo título, lo gané y me sentí contento, pero dije esto no termina aquí tengo que seguir por más”.

El excampeón de peso superpluma y ligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), piensa en lograr su objetivo en la división de los superligeros. Este 20 de mayo en Maryland, Barthelemy (25-0, 13 KOs) intentará dar su primer paso cuando se mida al belaruso Kiryl Relikh (21-1, 19 KOs) en un duelo eliminatorio que pondrá al ganador en posición para medirse al monarca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el namibiano Julius Indongo.

El reinado de ‘Kid Blast’ con su último campeonato fue efímero. Tras vencer al estadounidense Mickey Bey en junio del año pasado, inmediatamente dejó vacante el cetro que le había quitado pues batalló mucho para dar el peso.

“Las 140 libras me vienen como anillo al dedo. Sufrí mucho para dar las 135, tuve que entrenar minutos antes del pesaje para enfrentar a Bey. El cuerpo me estaba dando señales de que era hora de dejar esa división”, confesó.

Pero en superligero no solo quiere a Indongo, quien también posee el título de la FIB, eventualmente también quiere enfrentarse al rey de la categoría, Terrence Crawford, campeón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), en la que él visualiza como una posible super contienda.

“Ante [Crawford] sería la pelea de ensueño. Muchos fanáticos me dicen, ‘te quisiéramos ver con [él]’”, expresó. “Es un excelente boxeador, personalmente pienso que es el mejor libra por libra”

Pese a que Barthelemy es considerado por muchos expertos como el peleador cubano más emocionante de los últimos tiempos debido a su estilo de pelear, suele parase enfrente de sus rivales y engancharse, cree que de cierta manera su cartel ha sido mermado por la “campaña negativa” que se ha creado sobre los púgiles cubanos que los tiene catalogados como “aburridos” gracias al estilo enormemente técnico de pegar e esquivar que emplea su compatriota Guillermo Rigondeaux, el amo de la división de peso supergallo que ha sido hecho a un lado por las promotoras y televisoras de este país por, según ellos, no ser vistoso.

“Dije ‘prefiero morir en el mar y que me coman los tiburones que seguir aquí bajo el castigo del gobierno’”

— Rances Barthelemy, boxeador profesional

“Muchos me han dicho que no vendemos”, dijo Barthelemy, quien señaló que aún bajo estas circunstancias, cuando efectúa un combate no siente presión para brindar una pelea espectacular, simplemente hace lo que siente en ese instante. “Ni yo mismo me entiendo sobre el ring. Soy un peleador que pelea de guardia zurda o derecha, que voy para adelante, para atrás”.

Venció a la muerte y a un pantano

‘Kid Blast’, quien debutó en el boxeo de paga en 2009, reconoció que su transición al profesionalismo tras ser un púgil amateur casi toda vida fue dura ya que en Cuba todos los atletas son indoctrinados desde pequeños para creer que el “deporte profesional es malo”. Sin embargo, no esto fue algo tan difícil a comparación de su odisea hacia los Estados Unidos, lugar en donde fue forzado a buscar refugio para poder seguir haciendo lo que amaba.

En 2006, huyendo a una vida en donde como niño a veces sufrió de hambre y careció de las necesidades básicas, su hermano mayor Yan, medallista de oro en Atenas 2004, abandonó al equipo cubano de boxeo durante una competencia en Venezuela para empezar una carrera en el siguiente nivel.

Ante este acto de desafío, el gobierno de la isla no se tardó en tomar represalias en contra de Rances y el hermano menor de los dos, Leduan, quien también era pugilista.

“Radicalmente se nos prohíbe la entrada a cualquier gimnasio o estadio, entonces dejé por perdido el sueño de ser boxeador”, comentó Rances.

Pero ya como profesional, Yan buscó la manera de traérselos a EE.UU.

‘Kid Blast’ contó que intentó escaparse de Cuba en 38 ocasiones y que en uno de estos intentos en 2008 vio la muerte de cerca. Severamente malnutrido y agotado, casi se muere ahogado mientras nadaba para alcanzar el barco que lo llevaría a Florida. Ya pasado el susto, lograría aproximarse a su destino, sin embargo, antes de tocar tierra en los Cayos de la Florida, lo interceptó la Guardia Costera y su moral volvió a caer.

“Me detuvieron como 15 días. Estaba tan cerca…me frustró un poco”, indicó. “Regresé a Cuba y mi mamá tuvo que darme psicoterapia porque la verdad que llegué afectado. Pensé en abandonar el sueño. Dije que EE.UU. no era para mí”.

Tres meses después, ya recuperado anímicamente, Rances, junto a Leduan, trató de cumplir su propósito una vez más ya que se dio cuenta que no ha había vuelta atrás: “Dije ‘prefiero morir en el mar y que me coman los tiburones que seguir aquí bajo el castigo del gobierno’”.

“Valió la pena todo lo que pasé. Hoy en día no me quejo; llegué a este gran país y me abrieron las puertas. Tengo dos preciosas hijas y mi esposa”

— Rances Barthelemy, boxeador cubano

Para el intento efectivo que lo libraría de la isla, los dos hermanos recorrieron 13 horas a pie hacia la costa del sur de Cuba. Tuvieron que atravesar el Surgidero de Batabanó, una ciénaga pantanosa, en donde además de encontrarse con serpientes y mosquitos grandes, también chocharon con otro inmenso peligro.

“[El pantano] está infestado con cocodrilos. De hecho, veíamos que nos pasaban a lado de nosotros”, explicó Rances.

Tras alcanzar su lancha, se dirigieron a Cancún, México, luego a Monterrey antes de finalmente reunirse con Yan en EE.UU. Ahora casi una década después de esta tumultuosa etapa de su vida, ‘Kid Blast’ solo resalta todo lo que ha cosechado por no darse por vencido.

“Valió la pena todo lo que pasé. Hoy en día no me quejo; llegué a este gran país y me abrieron las puertas. Dos veces campeón del mundo, estoy invicto y estoy super motivado. Tengo dos preciosas hijas y mi esposa. La verdad me siento muy agradecido”, exclamó.

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