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Peleadores dopados: dinero por mentiras

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Tenía cara de ‘rudo’, aunque fue amable y atendió a quien se le acercó en la presentación de UFC 188. Eso fue en Ciudad de México, para UFC 188. Hace unos días volví a saber de Gilbert Meléndez por su dopaje.

Meléndez dio positivo por altos niveles de testosterona tras la pelea que perdió con Eddie Álvarez en Ciudad de México, donde se vio lejos del nivel que presumía.

Apenas en febrero pasado, Anderson Silva y Nick Diaz, protagonistas de UFC 183, fallaron en las pruebas antidopaje…

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¿Qué pasa con algunos peleadores de UFC?

¿Qué pasa con las ‘figuras’ de una disciplina que alardea su impacto como espectáculo?

¿Usted, que lee esto, pagaría más de 500 dólares por un boleto para un show donde algunos protagonistas no han sido profesionales?

Qué ocurrió con los estelaristas de un deporte donde parece ley no escrita mirar con desdén al boxeo (rival en preferencias), el deporte ‘tramposo’, de ‘vividores’, de ‘mafias’, de promotores mercenarios, etc, etc…

Pasó que la credibilidad de UFC y las artes marciales se fue al fango, gracias al dopaje de Meléndez (altos niveles de testosterona), Silva (anabólicos) y Díaz (marihuana), por más que después llovieron deslindes y hayan castigado a los peleadores.

Gilbert se refugió en la ignorancia para justificar su uso de sustancias prohibidas…

Silva aseguró que no usó nada ilegal…

Diaz ‘baila’ entre seguir y el retiro, algo que ya hizo, pero que no cumplió en el pasado…

El caso es que el daño a las artes marciales mixtas y a UFC está hecho, pues aunque exhiban la sanción a los atletas y sean remplazados por otros, su solución es de forma, no de fondo.

Tampoco son casos aislados... ¿o por qué se repite?

Si usted compra un teléfono y no funciona por fallas de origen, el vendedor le dará un aparato nuevo o le regresará su dinero.

Pero si usted compró un boleto para UFC 183 o UFC 188 y un peleador hizo trampa al doparse, la empresa organizadora (vendedor) no le devolverá nada y no le ofrecerá ni una disculpa.

Usted, sin saberlo, pagó por una mentira.

Y no es que los peleadores (o el atleta que quiera) deban ser ángeles: solo se espera de ellos lo mínimo: que sean profesionales, den su máximo y respeten el show por el que la gente pagó.

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